sábado, 31 de octubre de 2009

Hay Días


Hay días

Roca dijo que hay días como agujas.
Días que quieres tirar todo a la mierda, que quieres volverte mierda, que quieres volver el mundo mierda.
Hay días en que te levantas y no sabes que pie poner en el suelo (si tienes pies claro) aunque no importa, porque esos son días donde la izquierda y la derecha padecen de de la misma polaridad negativa, vengativa, vegetativa.
Días que se convierten en meses, meses en años, años en siglos; siglos que se camuflan en tu vida en pequeñísimas dosis de desespero.
Hay días en que quieres tomar un arma y dispararle a todos: A los cargos medios que siempre te ponen una traba para joderte más la existencia; a los niños que corren de manera desordenada en los supermercados sin que nadie que los ataje y los golpee, a las abuelas que caminan despacio en las calles pensando que tienes que ser bueno con ellas; a los hombres de autos flamantes que no entienden que el peatón tiene la vía y que el caminar quita estatus pero también quita panza; a las mujeres guapas que ni te determinan porque eres tan feo como tu reflejo en el espejo de un charco pestilente, y a las mujeres feas por feas simplemente, y porque te miran como uno más de los mil, diez mil, muchosmil anónimos que caminan al lado de esta ciudad caníbal.
Hay días en los que te despiertas feliz porque por fin recibirás algo de dinero que recompense tanto sufrimiento en tu vida trajinada; y justo ese mismo día recibes también en tu puerta, en tu mail, en tu cel, los miles de mensajes, recibos, y deudas que debes pagar para seguir tu… trajinada y triste subsistencia.
Hay días en los que no entiendes como ese que está a tu lado te muestra su nueva compra: el último PC, el auto ultimo modelo, el LCD, el sofá, el apartamento… el… el… el ese que le costo millones, y que te los restrega con orgullo del que tiene y tiene derecho a tener, mientras tu lo único que tienes, es una dualidad en tu cabeza y en tu alma porque no sabes si comprar los zapatos que necesitas porque el hueco ya es demasiado grande y dejar que el recibo de la luz se acumule hasta el otro mes, o pagar la puta luz y ponerle más papel periódico al zapato y caminar esquivando charcos.
Hay días en que simplemente tus sueños y tus ganas de salir adelante se quedan escondidos debajo de la cama, porque sabes que cada vez que los sacas se devuelven a casa aburridos al reconocer que son sólo bonitas utopías.
Hay días en que quieres saltar de un piso 15, arrojarte al carro que va disparado, desayunar con una toxina botúlinica mezclada en el chocolate en agua porque no te alcanzo para la leche, dispararte debajo del hipotálamo, cortarte la mano para estar seguro que tendrás éxito con las venas, ahorcarte con tu propia miseria que yace enredada en tu garganta, incendiarte, hundirte, apuñalarte, suicidar al resto de la gente antes de auto-suicidarte porque crees firmemente en el suicidio comunitario. Matarte.
Hay días en que lees los periódicos y no entiendes porque tu casa, tu ciudad y tu país no han explotado. Porque serías capaz de dar tu vida con tal de que también muriera tanto malpararido.
Hay días, hay muchos días, días como agujas en los ojos, días como martillazos en las rodillas, días como sanguijuelas carcomiendo tu sexo. Día soleado y tú en la cárcel, día lluvioso y tú sin casa, día de fiesta y tú sin amigos, día de gracia y tú sin gracia, sin tener a quien darle las gracias, sin tener porque dar gracias.
Para esos días, mejor sacarte una estúpida mueca de ingenuidad barata de la parte trasera de tu páncreas, y esperar con calma, que llegue la demoledora noche.

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