lunes, 28 de noviembre de 2011

BogotáZombie.



Por: Diegomateus
@Diegomatteus

Bogotá tiene esa curiosa capacidad de morir y renacer. De suicidarse y resurgir.
Bogotá, la derruida capital de este país del olvido, se levanta de su lecho de muerte como un zombie que vuelve a la vida sin alma ni sentimientos.
Bogotá llegó a ser bella como una dulce Lolita que prometía tener curvas, malicia y conocimiento. Pero fue muy alta la expectativa para esta ciudad que vive su mal presente como una eterna adolescente de edad madura que se mueve en la vida reparchando su estética y sus valores.
Esta ciudad también tuvo el atractivo de ser melancólica, bohemia, misteriosa, ahora no, ahora es triste, y ni siquiera triste como lo puede ser la bella canción de Joy Division “Atmosphere” sino más bien con la tristeza macabra de una atmosfera subnormal, amortiguada por la decidía que le da a esta ciudad el paso de los caminantes zombies de las calles chapinerunas, que caminan con su hastió cotidiano que contamina las calles y los pulmones de los otros bogotanoszombies que van rumbo al trabajo con sus corbatas de motivos sin vida, al igual que ellos.
Bogotá llegó a tener movimiento, vida, color. Ahora Bogotázombie se mueve despacio con sus avenidas atestadas de huecos, anacrónicos semáforos y autos que apenas avanzan como zombies a menos de 11 km por hora, y que colapsa entre las 5 y las 8 de la noche que es, cuando gracias a la caída de sol, salen los zombies en demasía a moverse atrofiadamente dentro del aletargamiento de esta ciudad caníbal, que está decorada por una eterna tela verde como gasas sobre sus heridas.
Bogotá tuvo en su momento pequeños gaminantes inofensivos que sólo pedían un pan, después ellos mismos se unificaron guiados por sus pésimos olores en una calle atestada de miseria que se fue convirtiendo en un peligroso cartucho a punto de ser disparado por una M16, porque el estado nunca se tomó la molestia de desactivarlo y reintegrarlo, sino más bien, con sus políticas excluyentes, permitió el ingreso de más pólvora a ese cartucho que de tantos perdigones juntos terminó explotando y arrojando a los gaminantes llenos de odio y resentimiento a toda la ciudad; por eso es común ver a los bogotanosgaminanteszombies deambulando por Cinco huecos, Castilla, Chico, Usaquén, Kennedy, Bosa, el Palacio Lievano. Ahora, estos ciudadanos muertos en vida, tan bogotanos como los escoltas que dejan sus tanquetas de guerra en cualquier vía pública, caminan arrastrando los pies, durmiendo en todas las calles, acumulando malos recuerdos y malos pensamientos; con sus trajes roídos por culpa del apocalipsis cotidiano, mirando a quien le quitan una moneda, un bolso, un celular, un parabrisas, un brazo, un riñón. Bogotanosgaminanteszombies fiel reflejo del odio de nosotros sus prójimos criminales.
Bogotázombie, manejada por un consejo zombie, que lo que hace es tragarse, como si fueran las viseras de un niño inmaculado, las arcas de los tontos bogotanos que aún los elegimos.
Bogotázombie, próximamente manejada por un nuevo alcaldezombie que le ganó en franca lid a otros zombies que querían devorarse la ciudad; que prometió agua para todos y que seguramente estará contaminada por algo, un mal contrato, una mala licitación, o quizás por las curtiembres que botan sus desechos de occisos al rio Bogotá, río muerto que aún respira, infectando a todos los bogotanos que nos bebemos la esencia del infierno mismo desde el tubo de la casa.
Bogotázombie, atravesada de miseria a miseria por un sistema masivo de transporte que moviliza, muy masivamente, a hombrecitoszombies como si fueran una masa amorfa; unos peregrinos del éxodo que no merecen el más mínimo de respeto y que por eso los apretujan como prisioneros de guerra en vagones de trenes que parten de campos de concentración Nazis rumbo a la aniquilación.
Bogotázombie con un clima zombie. De soles itinerantes iracundos y rabiosos, de lluviecitas constantes que caen como limón en los ojos y de lluvias torrenciales que inundan la ciudad y las ganas de querer salir de casa, desalojando a los hombrecitoszombies del asfalto y dejando las calles, mojadas, tristes, solas, agonizantes y derruidas.
Bogotázombie con unos taxistaszombies que no hacen amistad con nadie, que no transportan a nadie, que no creen en nadie, ni siquiera en ellos mismos. Pero que al primer descuido, desangran tu bolsillo.
Bogotázombie, con centros comerciales atestados de compradores sin vida ni criterio, que devoran las promociones de Zara, de Mango, de Arturo Calle, y que al siguiente día, caminan sin tener que comer pero con un pantalón reluciente que los haga ver menos miserables, menos tercermundistas, porque aún no entienden que el tercermundismo se lleva por debajo de la piel.
Bogotázombie, con una banda sonora agresiva como una canción de grindcore, con sirenas escandalosas, pitos, gritos, taladros, insultos y denuncias, que elevan los límites del desespero a la máxima potencia.


Bogotázombie bajo una nube gris, constante y eterna, mezcla de ácido, smog y maldad. Que contamina los Urapanes, los Pinos, Acacias y Eucaliptos, que tan bien llegaron acá para chupar con sus raíces tanta agua de esta ciudad inundada desde su fundación, pero que son los únicos testigos prudentes de la destrucción constante y paulatina de esta ciudad que cada vez se hunde en sus propias miserias colectivas.
Bogotá, una ciudad que muere, que nace, que se suicida, que renace, como un zombie al que se le olvido el amor.

6 comentarios:

  1. Bogotá zombie... excelente y muy cierto, todos somos unos zombies en esta gran ciudad muerta, y ahora mutilada por los zombies que quieren comerla a trozos, pero ella se resiste, y lucha contra estos zombie devoradores de asfalto.

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  2. Un gran escrito, imposible leerlo y no reflexionar. Bogotá se ha convertido en una ciudad hostil. Compleja y agresiva; hace poco un filósofo francés llego a dar una conferencia a Bogotá sobre la ciudad y la contemporaneidad, y la inicio con una palabra que quizás no muchos esperan: “odio”,, quizás él no necesito vivir en esta ciudad para darse cuenta que estamos tal como tú lo nombras en este escrito: en una “ciudad zombie”, donde es en efecto el odio el que nos mueve, odiamos al otro y en parte nos odiamos a nosotros mismos, odiamos nuestra vida y lo que hemos hecho de ella, ¿Qué otro sentimiento nos despierta nuestra vida rutinaria y mecánica?, ¿Qué otro sentimiento definiría esa sensación de subirse en un bus después una jornada laboral difícil y no solo tener que cogernos como podamos de la puerta del bus sino que en esa posición incomodad debemos aguantarnos trancones de horas y horas?, ¿Qué otro sentimiento describiría ver cómo en tan poco tiempo la ciudad se convirtió en un lugar cercado, lleno de barro y donde nosotros como zombies caminamos esquivando el barro que como sangre pulula de las heridas que hoy atraviesan a nuestra ciudad? ¿Qué palabra seria la precisa para describir el sentimiento que despierta ver un hombre que duerme en las calles y que se levanta ante nosotros con vidrio pidiéndonos los 1.400 del pasaje, cómo describir eso que se siente al verlo a los ojos y saber que quizás la únicas diferencia entre él y uno es el atuendo?, ¿Qué otro sentimiento se describiría lo que sentimos cuando entre nosotros algunos zombies tan mestizos como todos se creen superiores a los otros, cuando se las quieren dar de blancos españoles y segregan y humillan a los otros? ¿Cómo explicar lo que se siente al ver en las calles cada noche los ojos brillantes de esas dos niñas que acompañan a su padre a limpiar los vidrios de los carros en un semáforo del centro de la ciudad a cambio de las tres monedas que con desconfianza unos pocos dan, mientras al norte una abuela lleva a sus nietas a un centro comercial a ver por cuarta vez la última película de dibujos animados en inglés, porque las pequeñas no solo hablan español sino que dominan dos idiomas al derecho y al revés, cómo explicar ese contrasentido, cómo explicar eso que se siente ? …Odio, solo odio, eso sentimos, odiamos a los otros y nos odiamos por vivir como zombies, en un aturdimiento absurdo, en un miedo absurdo a despertar, y a veces en la soledad de la noche nos quitamos el peso de la vida misma para vernos a nosotros mismos... ese temible encuentro con nosotros, y en ese encuentro solitario la realidad nos arrincona nos señala con preguntas y no sabemos qué decir... ¿por qué ignore?, ¿por qué callé?, ¿por qué hice daño?, ¿por qué lo permití?, ¿por qué me resigne?, ¿por qué?, ¿por qué?… somos Zombies, sí, pero Zombies solitarios, sumidos en lo absurdo de la vida, en el dolor constante de ser lo que somos, en el miedo, que se traduce en hostilidad, en odio, en un rostro sin expresión. Alguien me pregunto un día por qué la mayoría de los bogotanos caminábamos rápido, sin dudarlo le dije que caminamos rápido porque tenemos miedo, porque nos pesa tanto llevar lo que somos que corremos, corremos sin mirar a nadie, como si al correr nos pudiéramos desprender de eso que somos… somos Zombies, sin embargo en ocasiones salimos de esa rutina, y como en el cuento “la noche de los feos” sin palabras decimos al otro: “yo también tengo miedo” y descubrimos que como sea y donde sea en esta ciudad asfixiante llena de zombies, que en el último decenio se ha expandido como la peste, atiborrándose cada vez de más zombies llenos de odio, en un rincón de esta ciudad hay un zombie que en la noche y desde el silencio comparte contigo esa soledad y ese miedo que esta ciudad hostil, difícil y agresiva nos ha impuesto y entonces no estamos tan solos… En México, como en otras ciudades se han realizado marchas zombies, quizás en Bogotá los zombies también nos conjuremos un día en una marcha en contra de nosotros mismos… gracias por este escrito zombie.

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  3. ¿y quíen es este anónimo tan elocuente?

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  4. Soy anónima, en femenino...mi intención no era ser elocuente y sé que el comentario es extenso,lo siento, pero tu elocuencia y tu agudeza para ver esas pequeñas cosas que muchos ignoramos por costumbre y plasmarlas hoy en este escrito significo mucho, tanto como para expresar todo lo que sentí y recordé al leerlo y quise sumarme a la causa “zombie”, porque en últimas yo también tengo miedo… Gracias por este escrito.

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  5. elocuente era un cumplido, pero bueno, no sirvió el cumplido, entonces diré otro: quíen es esta anónima tan encantadora. Me gusto mucho tu comentario, muchas gracias, sobretodo por tener ese miedo adentro que hace que nos salga tanto fuego desde adentro.

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  6. Sí, lo sé, sé que elocuente es un cumplido, y te agradezco que hayas escrito otro…a mi me gusto mucho tu escrito, la verdad creo que muchas veces necesitamos escritos como estos, más en esta ciudad donde “los rebeldes han pasado a ser semi-rebeldes y los semi-rebeldes a resignados”, no hay nada peor que la resignación, que el siencio... por eso el escrito me motivo a escribir el comentario sin más intención que unirme a tus palabras, porque al leerlo al igual que en el cuento percibí "un lugar común", como si muchas sensaciones que despierta esta dura ciudad, que es dura no por ella sino por quienes la habitamos, se plasmaran en tus letras, porque el lugar común son esas sensaciones que se despiertan al ver todo lo que ocurre aquí… muchas gracias por reconocer ese miedo, gracias por el fuego y gracias por los cumplidos.

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