lunes, 16 de mayo de 2011

La caverna de la feria shopping.



Por: Diego Mateus.

Bogotá colapsa, Bogotá se hunde, se inunda, se ve inmunda con tanto barro alrededor, con tanta lluvia que indica que el diluvio está cerca, por eso lo mejor, como dice Clara Elvira, es tener un libro debajo del brazo o quizás más útil, encima de la cabeza para no mojarnos tanto ¿será esa la razón por la que siempre que hay desastres naturales los albergues terminan siendo escuelas y bibliotecas?

Es por tal razón que todos los bogotanos corremos, o nadamos, a la feria; para comprar el dichoso libro, sin importar si es el Quijote, La guerra y la paz, el vademécum internacional o el directorio de páginas amarrillas. Porque acá la premisa es clara, esta vez no Elvira sino más bien López, la cosa no es leer sino aparentar.

Por eso todos vivimos de feria la feria en Corferias, no leemos pero sí comemos rissoto de cebada en el restaurante del Ecuador, le jalamos a la oblea con arequipe en la plaza de banderas, le damos la moneda a la estatua humana en la entrada del pabellón de Mondadori, nos hacemos la caricatura en el pabellón juvenil y nos tomamos una copita en el lanzamiento del libro -¿De quién? –Ah, no sé, yo entré porque daban vino y regalaban dos revistas.

Feria es feria, y ésta, a veces más parecida a Agroexpo que a una de libros y lectores: Muchos escritores-pavos moviendo las plumas, muchos noescritores-lagartos posando en las fotos, neoescritores-jirafas estirando el cuello, pseudointectuales-búhos con mochila arahuaca, colegiales-pollitos perdidos en los pabellonesgalpones, gallinitas-universitarias en celo buscando catedráticos de saco con coderas de cuero, micos-infantes saltarines, y apenas uno que otro lector-avestruz con la cabeza metida de fondo dentro de los libros.

La feria del libro, tan importante para Mario Mendoza, como la boda de los duques de Cambrigde para Mister Bean. Porque la feria, como la boda, se hizo para mostrarse, para caminarla, pero la nuestra además, para intelectualizarse e internacionalizarse, es decir, para intelecnacionalizarse y por fin ser parte del jet set no aristocrático sino más bien aristotélico.

Ir la feria habla bien de uno, por eso el profesor lleva a sus estudiantes para quedar bien con el rector y por eso sus aplicados alumnos asisten encantados, pero no porque los libros les interesen, sino porque justo ese día tenían previa de algebra y lo único de matemática que estudiaron era la tabla de clasificación de su equipo en la liga “potobon”. Pero no son los únicos a los que les interesa entrar, acá quieren todos, por eso el universitario regatea afuera los 7 mil pesos de la entrada; por eso don Joaquin va con toda la familia, su gozque terrier y balón incluidos, como si fuera el parque Simón Bolivar una tarde de domingo; por eso el escritor cotizado camina en la feria como si fuera Hendrix en Woodstock o Shakira en el Camp Nou. Jorge Franco camina con gafas oscuras mientras se le abalanza la fanaticada, Efraim Medina firma autógrafos y las mujeres le lanzan besos con su dedos índices, y William Ospina se suelta el pelo y se abre la camisa para ser fotografiado; mientras a su lado, como una sombra tenue de intelectualidad, lo observa el escritor frustrado al que le han hecho el feo en todas las editoriales y que publicó un libro con sus cesantías, y espera, algún día, ser reseñado en Arcadia o si quiera en el Atalaya. Sí, ese mismo que camina mirando de lado a lado esperando que alguien lo reconozca, que alguien lo señale, que alguien le pida una foto, que alguien lleve su libro debajo del brazo, que alguien siquiera lo pise a la salida.

La feria se hizo para escuchar conferencias y para comprar libros, aunque en la feria ya casi nadie compra, de hecho, ya casi nadie nunca compra libros en la vida cotidiana, porque, o se lee o se invierten los 500 mil en la rumba de viernes, se lee o se va al concierto a la localidad Golden, se lee o se compra el jean importado por tan sólo 500 mil pesitos y hecho orgullosamente, en una maquila en Medellín: por eso es que acá no se lee. Es que la plata ya no alcanza sino apenas para sobrevivir.
Además, con esos precios de feria, claro, pero de feria del automóvil, porque comprar un libro en la feria es tan costoso como comprar un collar en los toldos de san Pelayo, es decir, sólo para turistas. Por eso toca ir a la fija, a las góndolas de promociones y comprar tres de Paulo Coelho, dos de secuestrados, uno de una prepago que piensa que diptongo es el alias de un amigo de jabón, y por último el de poemas de Aura Cristina Geitner, pero ahora con fotos donde posa mostrando su mejor cola aún después de los 40 o ¿60?

Es que los libros ya no son para leer, son para mostrar, por eso se venden tan bien los de vampiros, porque tienen portadas bellas, litografía agresiva, colores ácidos, y porque, para ser justos, las historias de chupasangres siempre venden; por eso, el lanzamiento editorial más esperado para este año, será el de Carlos Palacino y su historia de cómo desangró el sistema de salud colombiano. Así que si los vampiros tienen en Edward a su Crepúsculo, los colombianos tenemos en Palacino a nuestro ocaso.
El yuppie quiere leer pero no va a la feria porque los libros que venden todavía son de papel, pesan más que el i-pad y tiene muchas letras ¿cómo es que no han sacado en busca del tiempo perdido en 140 caracteres?

La feria, tan visitada como Unicentro pero tan apocaliptica como la caverna de Saramago. Donde la muestra folclórica del país invitado fue el pop de Juan Fernando Velazco cuando hubiese sido mejor el canto kitsch pero autentico de Delfín Quishpe.

Igual, y para que se vea que sí se vendieron libros y lo dicho acá es pura envidia, presento a ustedes una lista de los más vendidos:

6. Madame Boba(ry) –Noemi Flaubert
5. Hijos de Satanás –Tomás y Jerónimo Bukowski
4. Mi alma se la dejo al diablo –Germán Castro Peñalosa
3. Los demonios –Guido, Miguel y Manuel Dostoievski
2. La peste - Sammy el heladero
1. El crepúsculo de los ídolos –Anónimo Uribe

6 comentarios:

  1. Seria bueno que cambiaras el diseño del blog ya que el fondo oscuro con letra blanca cansa y marea, los artículos son muy interesantes pero se me hace complicada la lectura. Saludos desde Armenia.

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  2. Que buena pluma la del mandelapluma.

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  3. Hace rato no escribía tan bien!, felicitaciones, saludos desde Barranquilla.
    Te la vacilaste cachaco!

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  4. Está bueno, pero en ciertos momentos me perdí, considero que la "dulzura" no "combina" con una crítica tan mordaz. Espero la próxima. Abrazo fraternal !!

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  5. cada vez la sociedad se vuelve mas superficial,a mi me impresiona hasta donde llega el "aparentar" de las personas, como por ejemplo la persona que se endeuda de por vida por demostrar que tiene un jean de marca o "X" celular, y para que? para cuadrar mas en su grupo social, a ver si tanto esfuerzo le valga el dia que necesiten un favor, un consejo, un apoyo, un amigo de verdad...alguna vez me dijeron " con un libro nunca vas a estar solo, es el mejor amigo que puedas tener"

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  6. Todo es un simulacro, desde la vida, pasando por una feria del libro, hasta el amor... todo es un simulacro

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